Recuerdos: la última ofrenda de Clase Azul
Descubre cómo la edición limitada Día de Muertos “Recuerdos” de Clase Azul México culmina una saga sensorial. Una obra que rinde homenaje a la memoria a través del tequila y del arte.
En México, el Día de Muertos no pertenece al pasado, sino al presente compartido entre quienes se fueron y quienes permanecen. Es una conversación íntima entre la memoria y el amor, entre la ausencia y la gratitud. Este año, Clase Azul México presenta Día de Muertos Edición Limitada Recuerdos, la quinta y última entrega de su serie “Nuestros Recuerdos”, una creación que cierra el ciclo iniciado en 2021 con Sabores, seguido de Colores, Aromas y Música. Cada edición ha explorado una dimensión sensorial de esta tradición ancestral; “Recuerdos” llega como su conclusión más profunda: un homenaje a la permanencia del alma en los pequeños gestos que resisten el olvido.

Un tequila que condensa memoria y oficio
Bajo la mirada sensible de la Maestra Destiladora Viridiana Tinoco, esta edición limitada revela un ensamble de tequilas madurados entre 12 y 38 meses en barricas de whiskey americano de primer uso. Parte del agave fue cocido en horno de pozo tradicional, otorgando una riqueza sensorial que evoca los ecos del hogar, del fuego y de la tierra. Para Tinoco, este tequila representa “un nostálgico regreso a la cocina de mi abuela, al fogón de leña donde preparaba las tortillas”. En cada sorbo, las notas de madera, humo y cítricos despiertan la emoción de un recuerdo compartido.

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Notas de cata: un viaje para los sentidos
Despliega con aromas de agave cocido, madera ahumada, cáscara de naranja y clavo, mientras en boca se revela una textura suave de mermelada de naranja y canela. Concluyendo con un final prolongado de cítricos y madera tostada: una sinfonía sensorial que dialoga con la memoria. Esto refuerza cómo la tradición y el arte del tequila se funden en un instante que remite tanto al ayer como al aquí-y-ahora.
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Diseño, símbolo y artesanía que trascienden
El diseño de la licorera, en tono marfil e intervenida por la artista mexicana Erika Rivera, representa una ofrenda rodeada de espíritus dibujados en matices suaves: un puente entre lo visible y lo invisible. El ornamento que acompaña esta edición adopta la forma de un relicario bañado en oro de 24 quilates, que al abrirse revela un camafeo de obsidiana pulida. Su superficie, decorada con delicados milagritos en bajorrelieve, encierra símbolos de fe y gratitud. Cada una de estas piezas fue elaborada por Milagros de Latón, un taller familiar de Tesistán, Jalisco, responsable de los ornamentos de toda la serie. Más de cincuenta procesos desde la cera perdida hasta el baño en oro, convergen en un objeto que guarda la historia.

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El cierre de un viaje sensorial
“Recuerdos” marca el cierre de un viaje que comenzó hace cinco años. En su interior se guarda un tequila y el mantener viva la memoria a través del arte, el oficio y la emoción. En su edición final, la serie “Nuestros Recuerdos” sintetiza el Día de Muertos, transformando cada botella en un pequeño altar de reconocimiento y celebración.






