Oficio milenario en las salinas de Barra de Potosí

Entre aves, manglares y canales, las Salinas guerrerenses conservan técnicas de recolección heredadas por generaciones.
Ubicada en la costa del Pacífico, Barra de Potosí recibe su nombre por la formación arenosa que divide la laguna de Potosí del océano. En temporada de lluvias, la barra se abre o se cierra de forma natural, marcando un ritmo impuesto por la geografía y el clima. Esta zona forma parte de un sistema de humedales donde habitan aves migratorias, cocodrilos, manglares y peces endémicos.
Entre los meses de diciembre y marzo, es posible observar ballenas jorobadas que llegan a estas aguas para proteger a sus crías. También se avistan especies como el bobo de patas azules, proveniente del norte del continente. La laguna de Potosí es uno de los puntos más importantes de biodiversidad del estado, y muchas familias locales participan en su cuidado a través del turismo comunitario.

Turismo responsable y alternativas locales de hospedaje
Lejos de las cadenas hoteleras, Barra de Potosí ofrece hospedaje en cabañas familiares, pequeños hoteles ecológicos y casas de renta. Todo se organiza de forma cooperativa. Los visitantes suelen llegar con efectivo, ya que no hay cajeros automáticos ni pagos con tarjeta. Este modelo permite que la derrama económica permanezca en la comunidad y fortalezca las iniciativas locales.
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En la localidad se cocina a fuego lento y sin prisa
En las fondas y cocinas de la comunidad se preparan pescados recién salidos del mar, como el pargo, el huachinango o la sierra. También destacan los tamales de tichinda, una especie de molusco de concha negra que se recolecta manualmente. El coco, el plátano macho y el maíz criollo forman parte de los ingredientes que se utilizan a diario en los hogares del pueblo. Barra de Potosí es un pueblo costero que conserva una vida sencilla, ajena al ritmo de las grandes ciudades. Caminar sus calles toma apenas unos minutos, y al caer la tarde, todo cierra: no hay bancos, la señal telefónica es débil y el comercio desaparece con la luz del día.
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Recorrido en lancha por las salinas
Junto con Culinaria Mexicana, fuimos en lancha a conocer las salinas de Barra de Potosí y el proceso de recolección de la sal, ese ingrediente que añadimos a los alimentos para realzar su sabor. Durante el recorrido se observaron garzas azules, pelícanos y espátulas rosadas compartiendo el mismo territorio. También fue posible avistar cormoranes y fragatas, posados sobre las ramas secas que sobresalen en la orilla del canal principal. La comunidad promueve paseos fluviales que revelan la biodiversidad de este ecosistema, sin perturbar el comportamiento de las especies. Cada embarcación se adentra lentamente en los canales, favoreciendo un avistamiento respetuoso con la flora y fauna presentes. Gracias a su equilibrio ecológico, Barra de Potosí se reconoce por su importancia como zona de anidación para aves acuáticas.

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Kayak al amanecer y salinas de Barra de Potosí
Durante el inicio de la temporada de secas, las salinas de Barra de Potosí permanecen en calma, aún sin producción activa. Sin embargo, es justo en estos meses cuando comienzan a formarse los cristales de sal, apreciados por su textura y pureza. A un costado de la carretera, durante la cosecha, se pueden adquirir por costal, directamente de las manos de los productores. Estos esteros, formados entre la laguna y el mar, muestran cómo la naturaleza y el trabajo artesanal siguen marcando el territorio. Debe mencionarse que, para llegar a las salinas, se camina por un camino de terracería durante 15 minutos.

1-Proceso de recolección
El agua de mar se encauza hacia zonas planas o “eras” cercanas a la playa, donde se forman piscinas poco profundas; allí, el sol y el viento van evaporando el agua, concentrando la sal. Un proceso artesanal basado en evaporación solar da vida a una de las sales marinas más puras de Guerrero.
2-Proceso de llenado y saturación natural
Primero, el agua de mar se canaliza hacia estanques poco profundos conocidos como eras, donde el sol y el viento actúan lentamente. Así comienza la evaporación progresiva, que concentra la salmuera hasta alcanzar el punto ideal de cristalización en un entorno completamente natural.
3-Formación de cristales en el fondo de las eras
Después de varios días, cuando la salmuera se satura, se forman cristales de sal en el fondo, creando una delgada capa blanca. Esta costra, de entre uno y cuatro centímetros, anuncia el momento perfecto para iniciar la siguiente fase: la recolección artesanal.
4-Cosecha manual durante la temporada seca
Durante los meses más secos del año, familias locales extraen la sal con palas y escobas tradicionales, sin maquinaria industrial pesada. A través de este proceso se conserva la pureza del producto y se fortalece el valor del trabajo colectivo en comunidad.
5-Secado solar y empaquetado para distribución
Posteriormente, la sal se amontona en pequeños cerros donde continúa su secado al sol, sin aditivos ni procedimientos químicos añadidos. Una vez seca, se empaca en costales o carretillas para su distribución local, lista para consumirse o venderse en carretera.
6-Un saber que se hereda entre generaciones
Finalmente, este conocimiento se transmite de padres a hijos, convirtiendo la recolección en un oficio colectivo y culturalmente significativo. En Barra de Potosí, la sal se produce con respeto al entorno, en una comunidad donde el mar, el tiempo y el trabajo se equilibran.

Un amanecer inolvidable
Antes del amanecer, en completa oscuridad, el cielo comienza a aclararse. Las lanchas esperan en la enramada, listas para adentrarse en los canales de la laguna. El cruce entre la laguna y el mar tiene un poco de oleaje, pero se navega con calma y atención entre las primeras luces. Conforme avanza la mañana, el horizonte se tiñe de rosa y el entorno se vuelve un escenario sereno que invita al silencio.
La navegación permite observar la vida que habita en los manglares, entre garzas, cormoranes y plantas que dependen de las mareas. Los remos apenas tocan el agua mientras los canales se abren paso entre la vegetación. Esta actividad, realizada con respeto, promueve el turismo responsable y visibiliza la importancia de conservar los espacios lagunares. Volver a tierra firme deja una impresión duradera, donde el valor de lo simple cobra sentido al ritmo de la naturaleza.