10 años del Palacio de Hierro Polanco: instalación urbana
Un pabellón efímero que celebra la década de la icónica tienda en Polanco y convierte la fuente en una instalación sensorial.
Desde hace una década, la tienda de lujo Palacio de Hierro Polanco se ha convertido en mucho más que un establecimiento comercial: es un reflejo de la ciudad, del agua, de la arquitectura y de los sentidos. Su nueva instalación conmemorativa devuelve ese espíritu, al poner en el centro el diálogo entre espacio público y narrativa urbana.

La tienda-ciudad: pisos que cuentan barrios
Cada planta de esta tienda propone un recorrido por distintos barrios de la capital mexicana. En la planta baja se reinterpreta el Paseo de la Reforma con fragmentos como la Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia y la reja de Bosque de Chapultepec, presentados en vitrales, herrajes y texturas para evocar la urbe interiorizada.
El primer piso evoca la Lomas de Chapultepec con cantera labrada, balcones curvos y jacarandas, mientras que el segundo piso se inspira en la Roma‑Condesa con fachadas art déco, parques y escenas cotidianas con mascotas. Encima, el tercer piso dialoga con el Pedregal, con roca volcánica, jardines de lava y referencia al Espacio Escultórico. Este recorrido no es mera ambientación: se trata de convertir la ciudad en arquitectura interior que invita al visitante a reconocerse en un paisaje múltiple.

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Arquitectura que mira y se deja mirar
Para conmemorar los 10 años de esta tienda, la curaduría de Ana Elena Mallet y el diseño del estudio LANZA Atelier produjeron un pabellón que respira con su contexto. La estructura cilíndrica prefabricada y apoyada solo en el perímetro de la fuente existente alcanza ocho metros de altura y cubre 14 metros de diámetro.
Una cortina compuesta por finas cadenas galvanizadas envuelve la pieza: de día captura la luz, de noche se transforma como una lámpara de papel que evidencia su gesto arquitectónico.
Una rampa conduce al anillo interior, donde una banca circular invita a la pausa, y un óculo central refleja el cielo sobre un espejo de agua mientras el sonido del líquido se fragmenta en cuatro fuentes simbólicas, evocando ritmos urbanos. Una escalera conduce al mirador superior y permite ver la ciudad mediante “cortinas líquidas” de cadenas: el visitante se convierte tanto en espectador como parte del paisaje.

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Agua, sonido y memoria
El uso del agua en este proyecto no es solo formal sino también simbólico. Se reutiliza el agua de la fuente existente, que baja por la fachada metálica y retorna a la cuenca, simbolizando la ciudad vertida en una tienda departamental. Las cuatro fuentes evocadas Reforma, Lomas, Roma-Condesa y Pedregal, no reproducen literalmente esos espacios, sino que traducen sus ritmos a través del sonido del agua, estableciendo un tiempo poético en contraste con el ritmo comercial.
La pieza conjuga la modularidad delicada del hierro decimonónico con la escala del arte público contemporáneo, generando una lectura visual de contrastes. Existe una tensión entre lo frágil y lo monumental, que actúa como metáfora de la ciudad misma: su equilibrio entre permanencia y transformación.
LANZA Atelier ha sido reconocido por instituciones internacionales que valoran su sensibilidad formal y conceptual dentro del panorama contemporáneo de la arquitectura y el arte. Entre ellas destacan el Architectural League of New York, la Trienal de Lisboa y el SFMOMA, donde presentaron su primera exposición individual.
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Dónde y cuándo y cómo visitarlo
La instalación conmemorativa estará abierta al público del 8 de octubre al 6 de noviembre de 2025 en la fuente del acceso principal de la tienda (Molière y Horacio).
Visitar este espacio permite encontrarse con la Ciudad de México condensada en materiales, luz y agua, una composición que despierta la memoria urbana compartida. Es un ejercicio para escuchar cómo el agua puede hacer latir barrios, mientras la luz transforma estructuras en metáforas visibles del movimiento y la respiración arquitectónica.
La banca circular se convierte en un pequeño teatro de mirada, donde el tiempo se diluye entre reflejos, murmullos y pausas necesarias para sentir. Ve sin prisa, busca el óculo que refleja el cielo, siéntate, toma un café y deja que el entorno respire contigo. El rumor del agua recuerda que los lugares guardan historias, y que basta una pieza de arquitectura para abrir memorias dormidas en la ciudad.
